Cómo hacer para erradicar al mal y acabar con los malos?

"Jesús les propuso otra parábola, y dijo: 
El Reino de los Cielos es  semejante a un hombre 
que ha sembrado una buena simiente en su campo. 
Pero, mientras la gente dormía, 
vino su enemigo, sembró cizaña entre el trigo, y se fue. 
Cuando la hierba hubo crecido y dado fruto, 
la cizaña apareció también. 
Los servidores del amo de la casa vinieron a decirle: 
Señor, ¿acaso no sembraste una buena simiente en tu campo?
¿De dónde viene, pues, que haya cizaña? 
Él les respondió: Es un enemigo
el que ha hecho eso. Y los servidores le dijeron: 
¿Quieres que vayamos a arrancarla? 
No. les dijo, tengo miedo de que, al arrancar la cizaña,
arranquéis el trigo al mismo tiempo. 
Dejad crecer ambos hasta la siega, y,
en la época de la siega les diré a los segadores:
Arrancad primero la cizaña
y atadla en gavillas para quemarla, y recoged el trigo en mi granero. "
San Juan 13: 1 -17

Si comprendéis esta parábola del trigo y de la cizaña habréis comprendido una de las leyes más importantes de la vida: cómo crecer, a pesar de las condiciones aparentemente desfavorables que el destino ha
puesto en nuestro camino, cómo conformamos a la regla que dio el dueño del campo: "Dejad crecer el trigo y la cizaña juntos hasta la siega." Esta cuestión es de la más alta importancia desde el punto de vista pedagógico, social. Los hombres siempre gritan contra el mal, contra los malos, los vicios, y su lenguaje está lleno de expresiones que hablan de extirpar, de arrancar, de eliminar, de aplastar, etc. Pero desde que el mundo existe nunca han logrado extirpar el mal ni hacer desaparecer a todos los seres
malvados. 

Cada día os quejáis de que estáis obligados a vivir al lado de gente detestable que para vosotros son comparables a la cizaña, y queréis desembarazaros de ellos, pero ¿acaso es éste un buen método? ¿No hay un medio mejor que la violencia y la destrucción? Nos creemos que una vez que nos hayamos desembarazado de los malvados estaremos tranquilos... Pero es exactamente como si tratásemos de destruir los mosquitos olvidándonos de desecar la ciénaga que favorece su proliferación. Para aniquilar el mal no basta con desembarazarse de los malvados, porque los malvados son producidos por ciertas condiciones.
Hay que cambiar, pues, las condiciones, es decir, desecar la ciénaga, y ya no habrá más mosquitos. Decís que eso ya lo sabéis. No lo dudo, pero ignoráis que en vosotros existe también una ciénaga que produce el mal y los seres malvados. Os pasáis el tiempo matando a los mosquitos que os molestan pero no hacéis nada para desecar vuestra ciénaga. ¡Y eso es tan cierto para todos nosotros!

Mirad cómo reaccionan los pedagogos, los religiosos, los moralistas. Todos tienen un vocabulario lleno de: "¡Erradiquemos los vicios!... ¡Extirpemos las malas costumbres!" La intención es muy buena, pero ¿cómo
realizarla? Todos llegan con armas para aniquilar el mal, pero eso no impide que éste siga existiendo, y hasta sucede a veces que aquéllos que han logrado extirpar ciertos vicios se convierten en presa de vicios todavía
mayores.
Se ha dicho que el campo de trigo representa el mundo, y la cizaña y el trigo a los hombres malvados y buenos que un día serán separados. Esta interpretación es exacta pero insuficiente. El campo de trigo no sólo representa el mundo sino también al hombre mismo, que lleva dentro de él el trigo y la cizaña, es decir, su naturaleza buena y su naturaleza mala. 

Podemos preguntarnos cómo es posible que el hombre, creado a imagen de Dios y habiendo recibido de su Creador tantos dones excepcionales, manifieste, al mismo tiempo, toda clase de tendencias deplorables, el deseo de mentir, de robar, de matar, de traicionar. ¿Cómo es posible que Dios sea el Creador de un ser tan malvado y criminal?

La parábola responde a esta cuestión. Dice que un enemigo vino mientras dormíamos y sembró en nosotros los gérmenes de otra naturaleza, distintos de los que habíamos recibido de Dios, de forma que dos clases de
simientes crecen juntas en nosotros. Las palabras: que "mientras la gente dormía" lo explican todo. Y eso se produce incluso en los seres más evolucionados. Cuando la conciencia se duerme, la inteligencia se
ensombrece; el enemigo (que simboliza aquí una gran colectividad de seres muy inferiores que tienen objetivos contrarios al orden de la evolución) siembra sus pensamientos, sus sentimientos y sus deseos en el alma humana....

...El hombre no posee aún el saber ni las capacidades suficientes que le permitan desembarazarse del mal. La mejor solución es dejar que el bien y el mal vivan juntos, y utilizar la actividad y las fuerzas extraordinariamente poderosas contenidas en los elementos del mal, es decir, tomar dosis infinitesimales del mal para reforzar y tonificar las fuerzas del bien. 

Exactamente como en el injerto. ¿Qué hace el jardinero? Sobre el tallo de un joven peral salvaje con frutos incomestibles adhiere, por ejemplo, la rama de un peral de buena calidad que va a aprovecharse del vigor del árbol salvaje. De la misma manera, debemos aprender a injertar en los árboles del mal las ramas de los árboles del bien. Lo mismo que las fuerzas del mal se aprovechan de las fuerzas del bien para transformarlas y utilizarlas para sus designios, también el bien tiene todo el derecho de extraer las fuerzas del mal y de transformarlas para ponerlas al servicio de un ideal elevado.

No os ocupéis del mal, dejad crecer la cizaña junto al trigo, porque ¿cómo podréis arrancar la cizaña dejando el trigo intacto?

Omraam Mikhaël Aïvanhov


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